Posición de Cáritas Zaragoza (Revista La Calle de Todos, mayo 2012):
“Ante la difícil situación económica y social que estamos
viviendo, nuestra experiencia nos encamina a pensar que los esfuerzos no
deben ir orientados en aumentar la distribución directa de alimentos a
familias, porque consideramos que este tipo de recursos están destinados a un
perfil muy concreto de personas, normalmente en situación de emergencia.
Esto no supone una crítica a los programas de reparto de
alimentos existentes, siempre y cuando se realicen con una metodología de
acción que favorezca una atención adecuada de las personas que viven una
situación de emergencia: una acogida digna, conocimiento de las necesidades
reales, información de otros recursos y seguimiento del consumo de los
alimentos.
El volumen mayoritario de las familias en situación de
necesidad presenta otras características, a las cuales no se adecuan el reparto
directo de alimentos.
Por otro lado, el reparto indiscriminado de alimentos
pude conllevar otras consecuencias más negativas que las que pretende subsanar. El reparto de alimentos sin una
sistematización y metodología adecuada puede generar dependencia y falta de
autonomía a las familias que lo reciben. Además, en función de la situación
familia, la entrega de alimentos indiscriminada no soluciona el problema si no
se trabajan otras cuestiones educativas y promocionales con la familia.
Por todo ello, el esfuerzo hay que ponerlo para que el
sistema y los recursos existentes tanto públicos como privados funcionen y
puedan dar cobertura a todas las necesidades. En este momento consideramos
que hay suficientes recursos para poder realizar una cobertura de necesidades
básicas con una metodología de trabajo educativa y promocional, donde la
familias sean protagonista y parte activa en la solución de sus problemas y no
sea mera receptora de ayudas en especie. Por ello, es necesario fortalecer los Servicios
Sociales públicos
y aprovechar al máximo los recursos privados de las entidades sociales.
Por otro lado, es importante promover en la ciudadanía un
mayor compromiso que favorezca el apoyo y el acompañamiento a estas familias, favoreciendo
grupos de referencia en los barrios para sostener también emocionalmente,
informar de los recursos disponibles y acompañar. Todo ello fomentará el sentido
de pertenencia de las personas y evitará el desarraigo elemento fundamental que conduce
hacia mayores cotas de exclusión. Es necesario romper ese mecanismo para evitar
que las personas que hoy sólo tienen carencia materiales, no caigan mañana en
la exclusión social.”