2 ene 2013

OPINIONES SOBRE LOS PROGRAMAS DE REPARTO DE ALIMENTOS (III)





Os dejamos aquí la opinión sobre el programa de Angel Sanz Cintora, Profesor Emérito de Politica Social de la Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo de la Universidad de Zaragoza


¿ZARAGOZA REDISTRIBUYE?

Parece una iniciativa interesante. La crisis apremia y hay que hacer algo. Hay que hacer algo, aunque esto, así, no acabo de verlo. El objetivo parece encomiable: “que ninguna familia zaragozana pase hambre”; “ofrecer ayuda concreta a personas concretas: a particulares en situación económica delicada” … Como si las ayudas colectivas … a través de organizaciones o instituciones no fueran ayudas concretas a personas concretas… particulares.

Las entidades implicadas parecen demostrar un amplio movimiento del compromiso solidario. Desde el Banco de Alimentos (es lo suyo) y Mercazaragoza hasta supermercados, Cooperativas agrarias, Cajas de Ahorro (¿?), la Universidad (¿?) … Una enorme alianza, promovida por el Ayuntamiento de Zaragoza “a través del Area de Acción Social”. Curiosamente, no aparecen las entidades sociales que habitualmente, tradicionalmente, trabajan con colectivos (y con particulares) en “situación económica delicada”. Llama la atención no encontrar en este grupo solidario tan amplio estas entidades sociales.

Se trata de un proyecto que nace “con voluntad estructural, de permanencia”, según destaca el alcalde de Zaragoza. Sin embargo, en la página web del Ayuntamiento donde se presenta el proyecto, aparece bajo el rótulo “Navidad”. Como si formara parte de las tradicionales campañas solidarias de navidad, porque es Navidad. Y se habla de “emergencia social”, coyuntural por tanto y no estructural…. O  ZARAGOZA REDISTRIBUYE ha nacido para quedarse, aun cuando haya pasado la “emergencia social”?

Hay cosas que no cuadran y no entiendo muy bien el papel  de la Administración municipal en esta iniciativa que hace tiempo protagoniza el Banco de Alimentos con reconocimiento público, incluido el premio Príncipe de Asturias. Quizás es sólo el último eslabón de una cadena de solidaridad de la llamada “sociedad civil” que hace días propone múltiples iniciativas de recogida de alimentos para distribuir a la gente necesitada. La situación es tan mala que hay que hacer algo y esto se entiende fácilmente y cuesta poco: un kilo de arroz, un paquete de pasta, unas lentejas… “que nadie pase hambre”. Y nuestro Ayuntamiento se pone a la cabeza de la solidaridad para ordenarla, coordinar el enorme potencial de solidaridad de la sociedad civil. Y pone a disposición sus centros y sus profesionales:
  • Sin que cueste un euro a las arcas municipales, se dice. Así que no contratarán nuevos profesionales para realizar “las comprobaciones pertinentes” y determinar “las personas que tendrán derecho real a ser perceptores de estas ayudas alimentarias”, “teniendo en cuenta las solicitudes recibidas”. Serán los trabajadores sociales actuales los que hagan estas tareas “solidariamente” en su tiempo libre. ¡No van a dejar su trabajo diario en el que están absolutamente desbordados para “ordenar” esta solidaridad espontánea de la ciudadanía!
  • ¿Puede ser, incluso, que  el Ayuntamiento haga negocio, ahorrando de la partida de las ayudas de urgencia? Tal como se expresa el concejal responsable "la voluntad del proyecto nace sin que cueste un euro porque si tenemos el 60 por ciento de las ayudas de urgente necesidad dedicadas a la alimentación y con una cuantía de 4,8 millones de euros, se puede regularizar esa partida si hay que hacer un aporte", ha dicho Fernández, para apostillar que "esas partidas se modularán en función de las necesidad de este proyecto". (Europa Press, 29 de noviembre)
  • El nuevo proyecto pretende “atender del modo más rápido, directo y eficaz, además de con el mayor rigor, control y transparencia, a estas personas”, se supone que recortando los tiempos de espera que sufren los demandantes tradicionales de los Centros Municipales de Servicios Sociales cuando solicitan una Ayuda de Urgencia o un Ingreso Aragonés de Inserción o simplemente una primera entrevista. ¿Será más rápido el nuevo servicio haciendo más largos los tiempos de espera de los usuarios habituales?
  • Con un Comité de expertos nutricionistas que se centrará en “detectar los déficits alimentarios, diseñar dietas alimenticias, establecer pautas nutricionistas y definir contenidos de los lotes básicos de alimentos en función de las tipologías que se vayan a tratar”. Es decir, se pretende hacer un estudio en profundidad de cada familia demandante para determinar la dieta más adecuada en cada caso. “Del modo más rápido, directo y eficaz”, se supone (¿?) Por otra parte, por lo que se dice en la página web del Ayuntamiento, el reparto de productos alimenticios que se realizará a través de los Centros de Convivencia serán no perecederos como alimentos secos: pastas, galletas, arroz, leche en polvo, legumbres…” Quizás porque la fruta, la verdura, la carne, el pescado para tener una dieta variada y completa  habrán de comprarlos cada uno en los mercados con el dinero que no tienen….

Sinceramente no lo veo nada claro. En el mejor de los casos, parece un proyecto precipitado, escasamente pensado y parece que sin negociación ninguna con los que entienden del tema y mucho menos con los propios profesionales municipales que se van a ver totalmente implicados en él. Eso en el mejor de los casos.

Puede que la iniciativa social tenga mucho que hacer en ese terreno. Que, por cierto, se ha hecho hace tiempo desde le Banco de Alimentos y otras entidades sociales. Quizás ahora tenga que reforzarse por el aumento de las necesidades derivadas de la crisis económica. Pero las Administraciones públicas están para hacer bien lo que tienen que hacer por Ley y ampliar los programas existentes cuando la necesidad aumenta. Están los comedores escolares que se deben reforzar y ampliar y justo ahora reducen las becas de comedor. Están los Centros de Convivencia donde se puede aumentar la oferta de comidas. Están las comidas a domicilio, asociados o no con el Servicio de Ayuda a Domicilio. Están los comedores de las entidades sociales y de los servicios municipales que se pueden ampliar, reforzar…. Naturalmente con el “respeto máximo a la dignidad” de estas personas, “nuevos usuarios de estos servicios de ayuda social, que nunca antes habían estado entre los potenciales demandantes”. Como si a los usuarios tradicionales no se les tratara con respeto a “su dignidad”. ¿O es que hay pobres indignos y pobres dignos, pobres “verdaderos” por culpa de la crisis y pobres “falsos”, los de toda la vida que tratamos siempre con distancia?

Y, sobre todo, están las Ayudas de Urgencia que deben gestionarse con mucha más rapidez y eficacia y el Ingreso Aragonés de Inserción, o sea, ingreso e inserción … Y están las prestaciones contributivas y sus derivadas, que se deberían reforzar y no recortar en estos momentos. Y las políticas activas de empleo. O sea, las políticas fiscales expansivas para crear empleo “digno” y de calidad, con derechos, y dinamizar la economía. Claro que todo esto sólo se puede impulsar con un potente y progresivo sistema fiscal redistributivo que obtenga recursos de donde más hay, empezando por cortar radicalmente la evasión fiscal, la ocultación de las grandes ganancias en paraísos fiscales. Educando a la ciudadanía en la exigencia de estos deberes fiscales gordos y no en el chalaneo que “si yo pudiera también lo haría”. La solidaridad ciudadana se muestra fundamentalmente y en primer lugar a través de los sistemas públicos de fiscalidad y de servicios sociales públicos y universales. La pequeña solidaridad individual y directa (aquí un pobre, aquí un paquete de lentejas) sólo puede ser subsidiaria de la solidaridad de los sistemas de bienestar públicos y universales. Y eso se prestigia y se potencia desde las Administraciones Públicas cumpliendo responsablemente con sus obligaciones, gestionando con transparencia, eficacia y austeridad (gastando donde hay que gastar y no en “fuegos artificiales” por muy “bonitos” , espectaculares y solidarios que parezcan) y educando a la ciudadanía también en sus responsabilidades públicas: primero la obligación, luego la “devoción”.